miércoles, 19 de diciembre de 2007

COCOMACIA y la Construcción de la Paz en el Medio Atrato Chocoano





El medio Atrato chocoano es una región caracterizada por la riqueza de los pueblos que en él residen y sus culturas, sus recursos naturales y minerales, y su biodiversidad, por la capacidad organizativa y de resistencia noviolenta de los pueblos que en el habitan, y por la tradicional ausencia o insuficiencia de inversión social del Estado en sus diferentes niveles. También, por registrar en forma tradicional expresiones de violencia estructural como la pobreza, la miseria, la exclusión y la explotación, evidenciados en altos indicadores de necesidades básicas insatisfechas, y por ser escenario de la violencia directa del conflicto armado, que como lo expresan los pueblos: "les fue impuesto desde afuera", y que ha representado un significativo impacto sobre sus comunidades y culturas.
Esta región alberga comunidades negras y pueblos indígenas que se han asentado allí desde el arribo de los colonizadores españoles en el caso de los segundos, y desde la esclavización para la explotación del oro, respecto de los primeros. A lo largo de su historia, los pueblos de medio Atrato han ejercido una resistencia ancestral y sin uso de la violencia para sobrevivir, enfrentar las violencias mencionadas, y proteger lo que les es tan propio: su cultura, territorio y autodeterminación.
La región del medio Atrato comprende el tramo medio del rió Atrato, que la atraviesa de norte a sur, su población mayoritaria es negra, seguida por la indígena, y esta integrada por 7 municipios, 120 comunidades negras y 40 resguardos indígenas.
Las comunidades negras del medio Atrato se caracterizan por una cultura propia, que encuentra sus raíces en sus ancestros africanos sometidos a injusta trata y esclavización en el siglo XIII, y que se recrea con las culturas de los pueblos indígenas que habitaban el territorio, y sus relaciones interétnicas. Se identifican como rasgos sobresalientes de las culturas negras: la fuerza de la identidad, la familia extensa, el significado que otorgan a la solidaridad y la apropiación de la misma, su relación armónica y respetuosa con la naturaleza, su resistencia ancestral, su resiliencia o capacidad de recuperación frente a la adversidad, el estrecho vínculo que mantienen con el territorio, su comprención humanizada del territorio que integra al mismo los recursos naturales, las especies y los seres humanos que lo habitan, y las prácticas, usos y costumbres noviolentos para la resolución de los conflictos.
En este contexto surgió la iniciativa civil de paz de base social de las comunidades negras del medio Atrato, reconocida inicialmente como la Asociación Campesina Integral del Atrato -ACIA- y a partir de la ley de comunidades negras de 1993, como el Consejo Comunitario Mayor de la ACIA -COCOMACIA-. Esta experiencia se caracteriza como un proceso de resistencia noviolenta de las comunidades negras a la violencia estructural y al conflicto armado.
A comienzos de la década de los ochenta del siglo XX, las comunidades negras del medio Atrato resolvieron organizarse sin recurso a la violencia para responder en forma específica a la amenza que representaba para sus culturas y territorio, el trámite de la adjudicación por parte del Estado de una concesión a las madereras Pizano S.A., Carton de Colombia, y el Darien, para la explotación de sus bosques, bajo la afirmación de que allí sólo existía selva. De la mano de la Diócesis de Quibdó y sus equipos misioneros, las comunidades se propusieron demostrar al Estado que ellas existían allí, y que además no era una población cualquiera, sino un pueblo con una cultura propia y unos derechos sobre un territorio que habían ocupado ancestralmente. En tal propósito desarrollaron actividades y estrategias de resistencia noviolenta como: encuentros y talleres zonales, elaboración de mapas parlantes, la campaña del "telegrama negro" y las tomas a la Catedral de Quibdó y la Embajada de Haití. Los resultados fueron muy significativos y relevantes: la suspención de la adjudicación de la concesión mencionada, el reconocimiento étnico a nivel constitucional, la titulación colectiva de 800 mil hectáreas, la organización comunitaria, y la confianza de las comunidades en su capacidades para asumir y transformar la realidad.
A mediados de los noventa de la misma centuria, el conflicto armado, específicamente su escalamiento, comenzó a generar un impacto directo sobre las comunidades, que amenazaba los derechos esenciales a la vida, la libertad, la movilidad, el trabajo y la cultura, la integridad de las comunidades, el territorio y la autonomía, entre otros. Frente a las apremiantes necesidades impuestas por esta modalidad de violencia, también se desplegaron las capacidades organizativas de COCOMACIA y su ejercicio de resistencia noviolenta para la protección de sus culturas, territorio y autonomía. Han sido diversas y muy valiosas sus estrategias: resistencia al desplazamiento forzado, acompañamiento de comunidades en riesgo, retornos de comunidades desplazadas, la elaboración de los reglamentos de los consejos comunitarios locales y la formación comunitaria para su apropiación, los diálogos pastorales con los actores del conflicto armado, la elaboración participativa del plan de etnodesarrollo, las tiendas comunitarias, la distribución de alimentos mediante la embarcación del "Arca de Noé" que permitia a las comunidades resistir en el territorio frente a los bloqueos impuestos por los actores armados, los centros humanitarios que albergan poblaciones en riesgo para que no tengan que desplazarse del territorio, y los mensajes de urgencia, entre otras. Se identifican dentro de los principales logros de este ejercicio de resistencia noviolenta: la protección de las comunidades, la cultura y el territorio, el retorno a sus territorios de 78 de las 80 comunidades desplazadas, la disminución de la intensidad del conflicto armado, el premio internacional de Derechos Humanos otorgado en el 2002 por la organización pro-derechos humanos de España, y los 26 años de duración que ha alcanzado su proceso comunitario, entre estos.
COCOMACIA evidencia la riqueza de las culturas negras, su capacidad organizativa, y la forma como su resistencia noviolenta ha aportado a la construcción de la paz en el medio Atrato chocoano, una paz imperfecta o inacabada, que se genera en el día a día, a partir de capacidades propias y mediaciones entre violencias y prácticas pacifistas, que asume y transforma la realidad.
Nota: se reconocen como fuentes de información de este artículo:
  • Consejo Comunitario Mayor de la ACIA, Red de Solidaridad Social, Presidencia de la República, (2002), Medio Atrato: territorio de vida, Bogotá.
  • Hernandez Delgado E. (2004), Resistencia Civil Artesana de Paz. Experiencias Indígenas, Afrodescendientes y Campesinas, Bogotá, Editorial Universidad Javeriana.

Mandatos del VII Congreso Nacional Indígena


En la segunda semana de diciembre de este 2007 que finaliza, se realizó el VII congreso nacional de los pueblos indígenas de Colombia. Este evento reunió a dos mil indígenas del país, y contó con representaciones de otros pueblos indígenas de latinoamérica como Quechua de Perú, Maya, Misquito de Nicaragua, Charúa de Uruguay, y de organizaciones como la Coodinadora Andina de Organizaciones Indígenas -CAOI-.
Entre deliberaciones, rituales y danzas, los participantes en el congreso acordaron aspectos relacionados con sus derechos como pueblos y con la defensa del ambiente y los recursos naturales. Ellos hablan de autonomía, protección del territorio, justicia propia, y no privatización del agua, aspectos todos ellos muy importantes frente a los requerimientos de la multiculturalidad y la construcción de la paz. Estos mandatos se relaciona en los siguientes apartes tomados textualmente:
"(...) pedimos a los buenos espíritus que nos guíen para que la palabra sea creadora de unidad y armonía, dulce pero firme, por que no somos parte del paisaje (...) la primera puntada del tejido apunta a oponernos a la invasión de nuestros territorios y la venta de nuestros recursos por parte de ningún agente externo. Este mundo nos lo dejó nuestro padrecito creador, nosotros somos los guardianes de este mundo, nadie lo puede vender. Si el gobierno quiere vender el petróleo y territorios, que cree un mundo para que lo venda, por que este mundo no es de él (...) Creación de consejo de justicia para juzgar y condenar a quienes delincan dentro de nuestros territorios. Cualquier agente que sea, ya sea delincuencia común o grupos armados legales o ilegales. No podemos permitir que los grupos armados cometan delitos y sigan paseando libremente por el país, como pasa con muchos militares, paramilitares o subversivos (...) no aceptar la privatiación del agua. El agua debe ser un derecho fundamental y todos tenemos derecho a acceder a ella. El agua es un regalo del agua y el fundamento de la vida. Así como no se puede vivir sin aire, tampoco se puede vivir sin agua".
NOTAS Y FUENTES
  • Simbolo de la experiencia indígena: "Territorio de Comunicación, Diálogo y Negociación de la Maria" en Piendamó, Departamento del Cauca.
  • Comunicado de la Organización Indígena de Colombia -ONIC-, "Palabras dulces pero firmes", diciembre 12 de 2007.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Los Requerimientos de la Multiculturalidad frente a los Pueblos Indígenas


Como la mayoría de los países del mundo, Colombia es diverso étnica y culturalmente. Pueblos indígenas, afrodescendientes, gitanos y raizales materizan esta realidad.

La diversidad que enriquece la condición humana, la convivencia y la democracia, ha sido percibida en distintos momentos de la historia en forma negativa, desde teorías políticas homogenizantes que la niegan como realidad y la asocián a conflictos. Nada mas real y natural que la diversidad y los conflictos, ambos inherentes a la condición humana. Lo que definitivamente si es incomprensible, inadmisible y sin fundamento es la negación de la diversidad, el exterminio de los pueblos, la asimilación coersitiva de las minorías nacionales en las comunidades políticas o su segregación entre otras.

Las reiteradas violencias ejercidas sobre las minorías en el mundo, la precariedad de su condición de vida, las gestiones humanitarias en favor de su protección, el paradigma de sistemas políticos y sociedades más democráticas, y los movimientos gestados e impulsados por las minorías han generado en la historia reciente de la humanidad una creciente preocupación por la multiculturalidad.

El desafío actual de los Estados plurinacionales y pluriculturales esta representado en su capacidad para garantizar la convivencia pacífica entre las minorías y las mayorías, asegurando al mismo tiempo la unidad política y los derechos de las minorías, y construyendo o fortaleciendo democracias mas amplias donde las minorías puedan expresarse, participar y aportar desde la diversidad que representan.

En Colombia se registran 102 pueblos indígenas que representan aproximadamente un millón y medio de personas. Ellos tienen cosmovisiones propias o "formas particulares de ordenar y dar sentido al mundo". A su vez, se distinguen por aspectos esenciales a su condición de pueblos, como la autonomía, el territorio, la cultura y el autogobierno. Siendo todos ellos "pilares muy importantes que sostienen su proyecto de vida", sin duda alguna se destaca la relevancia que el territorio tiene para los pueblos indígenas, por su significación y la forma como se relacionan con el mismo. Desde su cosmovisión, este es percibido como: "el espacio donde se vive la cultura, se ejerce la autonomía y se recrean los aspectos esenciales para la vida, el aire, el agua y el alimento para el cuerpo y el espíritu, el lugar donde estan enterrados nuestros ombligos y nuestros muertos (...), "el libro histórico que mantiene la tradición de quienes habitamos en ella", "nuestra casa", "la madre tierra". Además, el territorio es concebido como un ser vivo e imcompleto que se complementa con quienes lo habitan.

Hoy como ayer, estos pueblos soportan el impacto de distivas violencias. Diversos informes de organizaciones intergubernamentales, visitas internacionales de observación y estudios académicos dan cuenta de la dificultad que afrontan los pueblos indígenas en este país. Dentro de estas se identifican: miseria y pobreza, altos grados de desnutrición, carencia de servicios esenciales, desplazamiento forzado, amenazas, masacres, asesinatos selectivos, estigmatización, exclusión y represión, entre otros. Además, sus territorios son insuficientes, carencia que se torna mas aguda para los pueblos ubicados en la zona andina, y en otros casos, son objeto de intereres económicos privados nacionales e internarcionales. Se estima que sólo 950 mil indígenas cuentan con resguardos.

La multiculturalidad implica frente a los pueblos indígenas: que no se prohiban y repriman sus movilizaciones; que sus líderes no sean estigmatizados, amenazados, desaparecidos o asesinados; que los gobiernos locales, regionales y nacional cumplan los acuerdos suscritos desde mediados de los noventa relacionados con la entrega de tierras, como en el caso del pueblo Nasa del Cauca; que las obras civiles y los megaproyectos les sean consultados previamente y respeten sus territorios y sitios sagrados; que se comprometan esfuerzos en el mejoramiento de su calidad de vida y la protección de su pervivencia; que los actores del conflicto armado respeten su ejercicio de autonomía y su derecho a la paz, y reconozcan sus propuestas y aportes a la construcción de la paz.

Los pueblos indígenas representan raices muy importantes de nuestro pasado, sus culturas milenarias albergan incalculables valores que hoy tienen mucho que enseñarnos, y su movimiento indígena y su resistencia noviolenta nos ofrecen pistas muy importantes sobre los requerimientos para la paz de este país.
NOTAS Y FUENTES:
1. Foto de un bebé Uitoto de la Chorrera en el Amazonas.
2. Dibujo elaborado por los Pueblos Hijos del Tabaco, la Coca y la Yuca Dulce en la Chorrera - Amazonas.
3. Foto de mayora Nasa que asiste a una asamblea del Proyecto Global de Jambaló. Ella escucha las exposiciones y al mismo tiempo teje una mochila.
4. Kymlicka W. (1995), Ciudadaía Multicultural, España, Ediciones Paídos Ibérica S.A.
5. Hernandez Delgado E. (2004), Resistencia civil artesana de paz. Experiencias indígenas, afrodescendientes y campesinas, Bogotá, Editorial Universidad Javeriana.
6. www.nasaacin.net

sábado, 24 de noviembre de 2007

LAS MUJERES Y LA PAZ



















Tradicionalmente la paz ha sido asociada con la mujer. A juicio de las estudiosas del tema, esta relación encuentra su origen en prácticas pacíficas femeninas y roles asignados a las mujeres, especialmente dentro de sociedades patriacarles. Por el contrario, el hombre ha sido identificado con la violencia de la fuerza, la guerra, y el uso de las armas. En la antiguedad griega la paz era representada en la figura de la diosa Eirene, como símbolo de fertilidad y abundancia, y desde entonces hasta el siglo XIX en forma generalizada se mantuvo la identificación simbólica de la paz con la mujer.

La mujer se reconoce como gestora de paz en diversas prácticas, iniciativas y escenarios: en su labor de mediadora de conflictos en el ámbito privado de las relaciones familiares; en la práctica de valores asociados a su condición de mujer y de madre, como el amor, la tolerancia, la compasión, el cuidado, la justicia, la igualdad y la protección de los mas débiles. En la historia reciente, en la conformación de movimientos feministas que han procurado la defensa de derechos como el sufragio y la igualdad, en un ejercicio de resistencia civil contra el armamentismo y la guerra, en iniciativas de paz tendientes a la superación de violencias estructurales como la exclusión y la pobreza, y violencias directas materializadas en conflictos internos armados, y en posturas como el ecofeminismo con el que asumen una defensa del ambiente.

En Colombia las mujeres han soportado el mayor impacto de distintas violencias. Dentro de estas: la domestica o familiar, la de la miseria y la pobreza, y el conflicto armado. Por cuenta de estas violencias han sufrido exclusiones, carencias, agresiones físicas, desplazamiento forzado, la pérdida de seres queridos, la vinculación de sus hijos a los grupos armados, han presenciado toda suerte de hechos violentos, han sido objeto de amenazas y persecuciones, y muchas veces sus cuerpos han sido convertidos en objetivo militar. Por estos días distintas organizaciones de mujeres hablan de "feminicidios" para referirse a los asesinatos de mujeres en Medellín, Cali y Risaralda; liderezas de la OFP han sido agredidas y amenazadas en Barrancabermeja por grupos denominados "aguilas negras", y en el sur de país, especificamente en la frontera entre Colombia y Ecuador, han realizado una movilización binacional, para denunciar la grave sitiuación de las mujeres desplazadas y refugiadas, y la militarización de los departamentos de Putumayo y Nariño.
En medio de las violencias y a pesar de las mismas, en este país las mujeres se han organizado en forma ejemplarizante para contribuir a la paz. Ellas han asumido una postura de resistencia noviolenta, entendida desde una perspectiva de género como "fuerza vital" con la que han pretendido transformar la realidad, defender sus derechos, desarrollar iniciativas colectivas para enfrentar la pobreza, liderar acciones colectivas en defensa de los DDHH, proteger pueblos y comunidades, disminuir la intensidad del conflicto armado, apoyar a las víctimas de la violencia, abogar por una solución negociada del conflicto armado, y mediar ante los actores armados y el gobierno nacional para facilitar acuerdos humanitarios. Recordamos algunas de sus consignas: "de la casa a la plaza" de la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño -AMOR-, y "las mujeres no parimos ni entregamos hijos para la guerra" de la Organización Femenina Popular -OFP-.
Las organizaciones de mujeres y sus procesos en Colombia nos muestran la potencialidad de las mujeres en la construcción de la paz y la importancia de "feminizar la paz", incorporando a nuestras culturas y colectividades las tradicionales prácticas pacíficas femeninas, y posibilitando y apoyando el trabajo de las mujeres por la paz.
FUENTES:
  • Diez Jorge M. E. y Mirón Pérez M. D., "Una paz femenina" en: Molina Rueda B. y Muñoz F. A. (eds) (2004), Manueal de paz y conflictos, Granada, Editorial de la Universidad de Granada.
  • Ruta Pácífica de las Mujeres y Organización Femenina Popular, Comunicado de Prensa No 4, noviembre 8 de 2007.
  • Casa de la Mujer, Comunicado: los asesinatos -feminicidios- de mujeres en Medellín, Cali y Risaralda no son hechos aislados, noviembre de 2007.

martes, 13 de noviembre de 2007

VISITA INTERNACIONAL A LA ATCC

En la primera semana de noviembre las directivas de la iniciativa campesina de construcción de paz de la ATCC recibieron la visita de la Embajada de Suiza, el Programa Suizo para la Promoción de la Paz en Colombia - SUIPPCOL-, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia - MAPP OEA.

Esta visita tenia diversos propósitos: conocer desde las voces de los protagonistas de esta experiencia su proceso y propuesta de construcción de paz, registrar su situación actual, y a su vez evidenciar el apoyo de las organizaciones visitantes a sus esfuerzos, visibilizando que no estaban sólos en ese ejercicio valioso y ejemplarizante con el que han contribuido a la paz en los últimos veinte años.
Al acompañar la visita pude registrar tal como se hizo visible en la reunión, la importancia de la articulación de los esfuerzos de construcción de paz desde la base social con los de gobiernos extranjeros y organizaciones intergubernamentales y nogubernamentales de caracter internacional, desde un ejercicio presencial que conoce en el terreno los procesos, propuestas, avances y dificultades con el fin de contribuir con los mismos y acompañarlos de manera mas adecuada. Representó además la visita un estímo para la ATCC y un mensaje claro de la importancia de estas iniciativas civiles de paz para la comunidad internacional.




jueves, 25 de octubre de 2007

La ATCC evidencia los alcances de los diálogos humanitarios












Preparando mi próxima reunión con las mujeres y los jóvenes de la ATCC, retome la historia, la propuesta y los logros de esta ejemplarizante iniciativa campesina de paz, y me parecio importante compartir en este artículo algunas reflexiones sobre su proceso, que hasta la fecha ha alcanzado 20 años de existencia.

La ATCC surge en un territorio particular que se identifica principalmente por su diversidad, materializada en multiculturalidad, 4 Iglesias y relaciones intereclesiales, distintas violencias y una realidad de "paz imperfecta" construida desde el "empoderamiento pacifista" de diálogos y acuerdos humanitarios realizados entre la comunidad campesina y todos los actores del conflicto armado.

El área de jurisdicción o influencia de la ATCC tiene una extensión aproximada de 100.000 hectáreas, y está integrada por un corregimiento y 28 veredas, que aunque corresponden a 6 municipios, comparten el rasgo común de situarse en las orillas o proximidad del río Horta o Carare. Este ha sido un territorio de colonización campesina y en la actualidad en el se asienta una población aproximada de 805 familias que equivalen a 3.500 personas.

Los afrocolombianos y mestizos que llegaron allí, procedían de diversos departamentos de Colombia, y buscaban comenzar una nueva vida. En algunos casos huían de la violencia partidista de mediados del siglo XX, y en otros desaban desarrollar una próspera actividad económica asociada a la productividad de la tierra o la minería. Muchos sueños se cumplieron, pero también tuvieron que enfrentar la dolorosa tragedia de un conflicto armado intensificado y degradado que durane 12 años convirtio al campesino en su principal objetivo militar, dejando a su paso toda suerte de pérdidas en sus hogares, comunidades y fincas, y heridas profundas que desde entonces han intentado mitigar a partir de su perfectible proceso de construcción de paz.

En el periodo comprendido entre 1975 y 1982 los campesinos quedaron en medio de la disputa entre la Fuerza Pública y la insurgencia, y entre 1982 y 1987 fueron el principal objetivo militar la Fuerza Pública, las Autodefensas y la insurgencia. En este contexto se registraron bombardeos, masacres, asesinatos selectivos, torturas, restricción de libertades públicas, retenes y desplazamiento forzado, y aproximadamente 500 personas fueron asesinadas.

La reacción a la violencia ejercida contra la población campesina encontró su máximo detonante en febrero de 1987, en el ultimatum que miembros de la Fuerza Publica dieron a la población civil para que en un plazo de 10 días decidieran entre limitadas opciones: se armaban con la insurgencia, se vinculaban a las autodefensas, se iban del territorio o se morían. La respuesta de los valientes campesinos no se hizo esperar, siendo totalmente auténtica, pacífica y de resistencia noviolenta: no se armarían con ningún actor armado, no se irían del territorio, ni se dejarían asesinar. Así sugio esta iniciativa civil de paz.

La ATCC ha alcanzado importantes logros a lo largo de su trayectoria. En sus inicios, la superación de la violencia generalizada y degradada, el retorno de desplazados, el desarrollo de proyectos productivos comunitarios, la elaboración participativa de un plan de desarrollo, y la firma de un acuerdo humanitario histórico con las FARC, que posteriormente celebrarían también con la Fuerza Pública y las autodefensas, y que les mereciera el otorgamiento del nobel alternativo de paz en 1991. Desde entonces, sus mayores logros han consistido en superar pacíficamente el momento doloroso de la masacre de sus líderes fundadores y fortalecerse, velar por el cumplimiento de los acuerdos humanitarios, evidenciar el protagonismo de las bases sociales en la construcción de la paz, y los alcances de la noviolencia y los diálogos humanitarios.
Mediante los diálogos y acuerdos humanitarios, la ATCC comprometio a los actores del conflicto armado con el respeto a la autonomía y autodeterminación de los campesinos, a su derecho a no ser involucrados en el mismo, a sus Derechos Humanos, y dentro de estos los de la VIDA, la PAZ y el TRABAJO como reza su lema.
Cierro recordando las enseñanzas de Josue Vargas, Orlando Gaitán, El llanero, Arturo Carrillo, y Donaldo Quiroga, quienes han asegurado en distintos momentos los alcances de los diálogos humanitarios frente a la disminución de la intensidad del conflicto armado, la transformación de conductas violentas, y la protección de la vida, la integridad de las comunidades y el derecho a la paz. Ellos han manifestado que es posible transformar realidades violentas sin hacer uso de mecanismos violentos, y que en los diálogos es fundamental tratar con respeto al adversario, reconociendo en él a un ser humano con una opción contraria o equivocada que siempre es susceptible de modificar.
FUENTE: Hernandez Delgado E. (2004) Resistencia civil artesana de paz. Experiencias indígenas, afrodescendientes y campesinas, Editorial Universidad Javeriana, Bogotá.

martes, 16 de octubre de 2007

El ideario de Manuel Quintín Lame Chantre

El movimiento indígena, surgido en 1971 con el Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC, ha hecho posible en los últimos treinta y cinco años la transformación perfectible de la condición de vida de los pueblos indígenas, el reconocimiento de sus derechos y el logro de importantes ideales asociaciados al mismo, siendo reconocido por líderes como Marcos Yule, como el gestor de una revolución pacífica. El CRIC ha enseñado que es posible la unidad en la diversidad, el valor y los aportes de las culturas indígenas, y la posibilidad de transformar la realidad desde mecanismos noviolentos como la resistencia civil, el diálogo, la organización comunitaria y la participación política. A su vez, ha permitido integrar a la incompleta historia de Colombia, acontecimientos, cosmovisiones y líderes históricos que posibilitan comprender mejor el pasado de este país y las posibilidades de su futuro. A partir del CRIC y junto al mismo, han surgido experiencias zonales y locales de resistencia noviolenta de los pueblos indígenas del Cauca, y la Organización Nacional Indígena de Colombia -ONIC-

La experiencia zonal indígena de la Autoridad del Norte del Cauca - Cxab Wala Kiwe - ACIN, recuerda en estos días el legado de su líder histórico Manuel Quintin Lame al conmemorarse 40 años de su muerte, que podía resumirse en justicia, dignidad, territorio, educación y participación para los pueblos indígenas. Se destaca al respecto, la inteligencia, coherencia y claridad del ideario de Manuel Quintín Lame, quien adoptó inicialmente mecanismos pacíficos en su consecución, como los medios reconocidos en la ley y las causas judiciales, aunque lamentablemente en su época no encontraron respuestas distintas de la impunidad, la represión y la persecución, circunstancias que llevaron a este líder a asumir como medida extrema de defensa la resistencia con recurso a la violencia.

El ideario de Quintin Lame ha dinamizado el movimiento indígena y la propuesta de los procesos de resistencia noviolenta de los indígenas del Cauca, y enseña los requerimientos de estos pueblos dentro de un Estado Multicultural. Tenerlos en cuenta contribuye a la construcción de la paz.

martes, 9 de octubre de 2007

Sobre las iniciativas civiles de paz de Colombia












Las iniciativas civiles de paz de Colombia son experiencias de "paces imperfectas o inacabadas”, construidas desde el “empoderamiento pacifísta" de pueblos, comunidades y sectores poblacionales que abordan la realidad o su transformación, desde la riqueza de sus culturas y capacidades, sus respuestas noviolentas a la urgencia de apremiantes necesidades, y el poder dinamizador de sus sueños. Como expresiones de la sociedad civil representan una tercera vía en el proceso de construcción de la paz de este país y son patrimonio de paz del mismo.



Representan realidades concretas de construcción de paz por estar estrechamente vinculadas a la protección de la vida, las culturas, el territorio, el ambiente, la participación, y la autonomía o la autodeterminación de pueblos, comunidades y sectores poblacionales. También, por hacer ruptura con las lógicas de las violencias que se expresan en sus territorios, tomando distancia y no colaborando con ellas, y por transformar en forma perfectible realidades adversas mediante procesos organizativos, y opciones por la noviolencia, la resistencia civil, y la participación ciudadana. A su vez, por proponer proyectos alternativos de vida y de nación pacíficos, democráticos e incluyentes, donde la diversidad pueda expresarse y aportar desde la diferencia, y se alcance una mayor calidad de vida sin depredar el ambiente, mediante planes de vida y/o desarrollo y/o etnodesarrollo que encuentren su origen en las culturas y necesidades.















sábado, 15 de septiembre de 2007

Resistencia noviolenta de Jambaló, veinte años de existencia


Jambaló es al mismo tiempo un resgardo indígena y municipio de Colombia, y el Proyecto Global de Jambaló es el plan de vida, proceso comunitario y ejercicio de resitencia noviolenta de la población que allí se asienta, estimada según el censo indígena en 14.000 personas, que corresponden en un 94.72% al pueblo Nasa, 4.43% al pueblo Guambiano, 0.77% a mestizos, 0.09 a afrodescendientes.
Durante sus 20 años de duración el Proyecto Global de Jambaló ha alcanzado importantes logros: la recuperación del 95% de sus territorios ancestrales, la unidad de su población, el fortalecimiento de las autoridades propias, la elección popular de alcalde indigena desde 1994, la emisoria comunitaria propia "voces de nuestra tierra", la "universidad de nuestro pensamiento", la ampliación de cobertura de servicios públicos, la guardia indígena, el manual de resistencia noviolenta "plan de emergencia", la disminución de la intensidad del conflicto armado, la elaboración del plan de vida, el desarrollo de proyectos productivos y el reconocimiento de la Fundación Alejandro Angel Escobar en el 2004 por su contribución a la protección de ambiente, entre otras.