jueves, 25 de octubre de 2007

La ATCC evidencia los alcances de los diálogos humanitarios












Preparando mi próxima reunión con las mujeres y los jóvenes de la ATCC, retome la historia, la propuesta y los logros de esta ejemplarizante iniciativa campesina de paz, y me parecio importante compartir en este artículo algunas reflexiones sobre su proceso, que hasta la fecha ha alcanzado 20 años de existencia.

La ATCC surge en un territorio particular que se identifica principalmente por su diversidad, materializada en multiculturalidad, 4 Iglesias y relaciones intereclesiales, distintas violencias y una realidad de "paz imperfecta" construida desde el "empoderamiento pacifista" de diálogos y acuerdos humanitarios realizados entre la comunidad campesina y todos los actores del conflicto armado.

El área de jurisdicción o influencia de la ATCC tiene una extensión aproximada de 100.000 hectáreas, y está integrada por un corregimiento y 28 veredas, que aunque corresponden a 6 municipios, comparten el rasgo común de situarse en las orillas o proximidad del río Horta o Carare. Este ha sido un territorio de colonización campesina y en la actualidad en el se asienta una población aproximada de 805 familias que equivalen a 3.500 personas.

Los afrocolombianos y mestizos que llegaron allí, procedían de diversos departamentos de Colombia, y buscaban comenzar una nueva vida. En algunos casos huían de la violencia partidista de mediados del siglo XX, y en otros desaban desarrollar una próspera actividad económica asociada a la productividad de la tierra o la minería. Muchos sueños se cumplieron, pero también tuvieron que enfrentar la dolorosa tragedia de un conflicto armado intensificado y degradado que durane 12 años convirtio al campesino en su principal objetivo militar, dejando a su paso toda suerte de pérdidas en sus hogares, comunidades y fincas, y heridas profundas que desde entonces han intentado mitigar a partir de su perfectible proceso de construcción de paz.

En el periodo comprendido entre 1975 y 1982 los campesinos quedaron en medio de la disputa entre la Fuerza Pública y la insurgencia, y entre 1982 y 1987 fueron el principal objetivo militar la Fuerza Pública, las Autodefensas y la insurgencia. En este contexto se registraron bombardeos, masacres, asesinatos selectivos, torturas, restricción de libertades públicas, retenes y desplazamiento forzado, y aproximadamente 500 personas fueron asesinadas.

La reacción a la violencia ejercida contra la población campesina encontró su máximo detonante en febrero de 1987, en el ultimatum que miembros de la Fuerza Publica dieron a la población civil para que en un plazo de 10 días decidieran entre limitadas opciones: se armaban con la insurgencia, se vinculaban a las autodefensas, se iban del territorio o se morían. La respuesta de los valientes campesinos no se hizo esperar, siendo totalmente auténtica, pacífica y de resistencia noviolenta: no se armarían con ningún actor armado, no se irían del territorio, ni se dejarían asesinar. Así sugio esta iniciativa civil de paz.

La ATCC ha alcanzado importantes logros a lo largo de su trayectoria. En sus inicios, la superación de la violencia generalizada y degradada, el retorno de desplazados, el desarrollo de proyectos productivos comunitarios, la elaboración participativa de un plan de desarrollo, y la firma de un acuerdo humanitario histórico con las FARC, que posteriormente celebrarían también con la Fuerza Pública y las autodefensas, y que les mereciera el otorgamiento del nobel alternativo de paz en 1991. Desde entonces, sus mayores logros han consistido en superar pacíficamente el momento doloroso de la masacre de sus líderes fundadores y fortalecerse, velar por el cumplimiento de los acuerdos humanitarios, evidenciar el protagonismo de las bases sociales en la construcción de la paz, y los alcances de la noviolencia y los diálogos humanitarios.
Mediante los diálogos y acuerdos humanitarios, la ATCC comprometio a los actores del conflicto armado con el respeto a la autonomía y autodeterminación de los campesinos, a su derecho a no ser involucrados en el mismo, a sus Derechos Humanos, y dentro de estos los de la VIDA, la PAZ y el TRABAJO como reza su lema.
Cierro recordando las enseñanzas de Josue Vargas, Orlando Gaitán, El llanero, Arturo Carrillo, y Donaldo Quiroga, quienes han asegurado en distintos momentos los alcances de los diálogos humanitarios frente a la disminución de la intensidad del conflicto armado, la transformación de conductas violentas, y la protección de la vida, la integridad de las comunidades y el derecho a la paz. Ellos han manifestado que es posible transformar realidades violentas sin hacer uso de mecanismos violentos, y que en los diálogos es fundamental tratar con respeto al adversario, reconociendo en él a un ser humano con una opción contraria o equivocada que siempre es susceptible de modificar.
FUENTE: Hernandez Delgado E. (2004) Resistencia civil artesana de paz. Experiencias indígenas, afrodescendientes y campesinas, Editorial Universidad Javeriana, Bogotá.

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