La historia reciente ha ofrecido interesantes evidencias del rol protagónico que la sociedad civil por la paz ha representado en algunos procesos de paz y en momentos históricos relevantes de algunas naciones. En el primer caso, en el marco de procesos de negociaciones de paz, la sociedad civil se ha organizado para realizar una mediación social en dichos procesos, haciendo llamados a las partes para que no se levanten de la mesa cuando las negociaciones evidencian embotellamientos; y también para ambientar los procesos en mención, buscando que mas sectores lo apoyen y participen. En el segundo caso, la sociedad civil se organiza para resistir pacíficamente y generar transiciones de dictaduras a democracias, siento el caso de la campaña del "No" que logró la realización del plebiscito que dio fin a la dictadura de Pinochet en Chile; o la resistencia que saco del poder a Milosevic en los Balcanes.
En Colombia, el proceso de paz que cumple un año por estos días, ha suscitado sintonías, entusiasmos moderados y oposiciones. Todo esto es normal en cualquier proceso de paz. Lo que vale la pena destacar, es que a medida en que ha ido transcurriendo el tiempo, se ha ido registrarse una mayor actividad de la sociedad civil en torno de la paz: foros de la academia y de organismos intergubernamentales, y de las comisiones de paz del congreso con víctimas y organizaciones en las regiones; pronunciamientos de las Iglesias, los pueblos, las mujeres, y las víctimas; e iniciativas de organizaciones de mujeres, como el "pacto ético por la paz", entre otras. Estimativos recientes, como el de DATEXCO, revelan que es mayor el porcentaje de colombianos que no desea que se suspendan las negociaciones de paz, aunque también reflejan un alto porcentaje de escepticismo frente a un acuerdo final.
En sintonía con lo mencionado, al conmemorarse un año de la instalación de la fase de negociaciones de Paz en Oslo, y frente a los embotellamientos recientes registradas en las negociaciones de paz, las Comisiones de Paz del Congreso de la República y distintos sectores de la sociedad civil, la academia y el movimiento por la paz, remitieron una carta al Presidente Juan Manuel Santos y al Comandante de las Farc, Rodrigo Londoño. En ella destacan el momento esperanzador que representan estas negociaciones de paz para todos y todas en Colombia; reconocen los significativos logros que el gobierno y las Farc han alcanzado hasta el momento; manifiestan que admiten que es un proceso difícil, pero también, que no es imposible alcanzar el acuerdo final de paz; y esencialmente les solicitan no suspender ni terminar las negociaciones de paz porque la paz representa una urgencia nacional. Transcribo dicha carta a continuación:
CARTA ABIERTA DE LA SOCIEDAD CIVIL Y POLITICA
Respetados
Señor Presidente de la Republica de Colombia, Juan Manuel Santos, y Señor Comandante de las FARC, Rodrigo Londoño:
Quienes
suscribimos esta carta nos dirigimos a ustedes para instarlos a que no
dilapiden la oportunidad histórica que hoy reposa en sus manos, de poder dar
fin por vía negociada al conflicto interno armado, que se ha prologando por más de medio siglo, dejando a su paso un impacto
múltiple de altos costos para el Estado, la insurgencia y especialmente la
sociedad civil.
Reconocemos
que ustedes han alcanzado en el actual proceso de negociaciones de paz logros
significativos sin precedentes. Sabemos que no es fácil llegar hasta donde han
llegado, y somos conscientes de las dificultades que entraña lograr el deseado
acuerdo final. Entendemos que ningún proceso de paz en conflictos armados
prolongados es fácil, sin embargo, también tenemos presente que la historia
reciente registra casos ejemplarizantes de conflictos de esta naturaleza
resueltos mediante negociaciones de paz. Ellos enseñan que las dificultades
propias de estas negociaciones no implican necesariamente la imposibilidad de
llegar a la orilla por todos deseada y compartida de los acuerdos de paz: y que
los diálogos tienen poder transformador.
Un
conflicto de más de medio siglo de duración, atravesado por niveles extremos de
degradación, convierte la paz en clamor sentido de una sociedad agotada de
tanta muerte y destrucción. La paz representa no sólo un derecho y un deber (Artículo
22 C.P.), sino una urgencia nacional, entendiendo que la paz es un asunto de
todas y todos.
El
año pasado se cumplieron 30 años, de búsqueda de terminación del conflicto
mediante negociaciones de paz, contados desde 1982, cuando el gobierno de entonces
las convirtió en política de Estado. En el largo trayecto de tres décadas se ha
intentado todo: desde la negociación directa hasta la confrontación abierta,
pasando por la Asamblea Constituyente, el indulto y la entrega incondicional. Sin
embargo, pese a ese descomunal esfuerzo, el entendimiento no ha primado sobre
la confrontación.
Señor
Presidente y Señor Comandante, sin duda la paz se relaciona con la vida política
de la nación. No obstante, debe tenerse en cuenta que si bien las elecciones
son ciertamente un episodio importante, la paz, hoy por hoy, es el acontecimiento más transcendental para el país y el
conjunto de la sociedad.
Solicitamos
que las conversaciones no se suspendan durante la campaña electoral, pues ello podría
abrir la puerta a escenarios inciertos. La paz es un ejercicio supremo de la
política donde deben intervenir los candidatos y sus partidos imbuidos por el
espíritu de la paz de Estado. No puede suceder que tras los avances logrados en
La Habana las elecciones estén por encima del clamor generalizado a la paz.
Los
instamos para que honren la voluntad de paz que comprometieron al firmar el
acuerdo general del 26 de agosto de 2012, sin suspender ni levantarse de la
mesa de negociación hasta lograr el acuerdo de paz. En este sentido, sería de
gran conveniencia que acordaran un límite temporal a las conversaciones y que
dentro del mismo, den gestos y acciones efectivas que reduzcan la intensidad
del conflicto, la victimización de la sociedad y la retórica belicista.
Igualmente es importante que ustedes consideren alternativas de mediación
formal y social que permitan superar embotellamientos propios de estas
negociaciones y dinamicen el proceso de paz.
En
sintonía con lo anterior, es preciso asumir que es necesaria la incorporación
al proceso de paz de las otras fuerzas insurgentes, el ELN y el EPL, puesto que
la paz parcelada impide la anhelada terminación del conflicto.
Después
de dirigirnos a ustedes formulando peticiones discutidas y consensuadas declaramos
que la firma de un acuerdo de terminación del conflicto armado entre el Estado
y la guerrilla es un paso extraordinario dentro del proceso de largo aliento de
construir la paz con justicia social en este país. Una vez sellado este
acuerdo, ustedes y nosotros, tendremos la responsabilidad de retomarlo para desplegar
la tarea de construir una paz estable y duradera.
Señor
Presidente y Señor Comandante, leales al talante de la responsabilidad que
demandamos, cerramos esta carta reiterando nuestro compromiso con la búsqueda y
construcción de la paz.
¡NO LEVANTARSE DE LA
MESA!
MANDATO CIUDADANO POR
LA PAZ
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