Comparto en este artículo, las interesantes reflexiones sobre "El poder para hacer las paces", de mi colega Gerardo Perez Viramontes, doctor en Paz, Conflictos y Democracia, del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada, y docente en la Universidad de Iteso, en Guadalajara, México. Reflexiones que encontraron origen en el seminario sobre: "Empoderamiento pacifista", realizado por la Red Iberoamericana para la Investigación en Paz Imperfecta, realizado en septiembre pasado, en la Universidad de Granada, España. Tomado del blog: http://blogs.iteso.mx/cifs/2014/10/13/poder-para-hacer-las-paces/
By tisca on octubre 13, 2014 in Uncategorized
Por Gerardo Pérez Viramontes
En muchos contextos, al hablar del poder, vienen a la mente imágenes
de las autoridades que gobiernan, personajes con enormes riquezas o
situaciones donde se utiliza la fuerza para imponerse sobre los demás.
Esta manera de pensar el poder impide desarrollar la imaginación moral
que se necesita para consolidar relaciones pacíficas. Como personas y
como sociedad, tenemos capacidades para hacer la paz, pero necesitamos
darles poder.
Con estas preocupaciones, los integrantes de la Red Iberoamericana de Investigadores para la Paz Imperfecta
nos reunimos del 17 al 19 de septiembre en Granada-España, para
reflexionar qué significa y cómo se ejerce en el día a día el
empoderamiento pacifista. Tomando en cuenta que la paz (o las paces
para ser más exacto) se construye de múltiples formas, en miles de
circunstancias; intentamos reconocer los mecanismos y espacios de poder
que las personas utilizan para transformar positivamente la
conflictividad que nos relaciona con los demás.
El poder no es un atributo o propiedad de quienes están en algún
puesto público (de forma legítima o no) o de quienes poseen riquezas.
Tampoco tiene que ver solo con la violencia, la fuerza o la imposición.
Gracias a Michel Foucault podemos afirmar que el poder está diseminado
por todas partes, puesto que nos constituye como personas y está
inscrito en nuestros cuerpos. La forma como está organizada la sociedad,
las normas disciplinarias con las que coordinamos nuestras acciones,
los discursos con los que definimos los hechos y las realidades, las
maneras como hacemos uso del tiempo o el espacio, los saberes a través
de los cuales resolvemos problemas del entorno…; son otras tantas
modalidades como el poder configura nuestra vida en relación con los
demás.
Sin embargo, para ejercer ese poder de la vida en sociedad, desde la perspectiva de una paz imperfecta se plantea:
1) la necesidad de cambiar muchas de nuestras formas tradicionales de pensar (hacer un giro epistemológico)
sobre asuntos que hemos establecido como verdades: ¿Puede el estado
hacer uso de la violencia legítima? ¿El hombre es un lobo para el
hombre? ¿El poder corrompe a las personas?
2) la importancia de pensar la paz en una escala humana (imperfecta),
es decir, reconociendo que en la vida cotidiana proliferan acciones
pacíficas de diversa índole, en torno a los cuales se dan algunos hechos
de violencia, y que contamos con múltiples mecanismos culturales y
biológicos para regular y transformar positivamente la conflictividad.
3) lo relevante que resulta identificar y potenciar las mediaciones
que existen o que podemos poner en marcha para de-construir la violencia
y a convivir en paz (formas organizativas, normas, discursos, espacios,
saberes ancestrales y científicos, políticas, etc.).
En este marco, las ponencias presentadas en el Seminario plantearon
cómo se va consolidando empoderamiento pacifista a través de la
gobernabilidad democrática, en las luchas de quienes defienden el maíz
nativo, cuando se reconocen políticamente las potencialidades de las
mujeres, en situaciones donde la población ha sido desplazada por la
violencia, al formular una visión alternativa de la historia oficial, en
el entorno de partidos políticos netamente indígenas, al definir o
establecer políticas públicas.
Como saldo de los debates quedó claro que, de acuerdo a los contextos
específicos (Caracas, La Paz, Bucaramanga, Buenos Aires, Guadalajara,
Aguascalientes, Granada, Vitoria o Castellón…), empoderarse de manera
pacífica significa impulsar procesos de cambio, constituirse como agente
social, recuperar la memoria histórica, intercambio de saberes, defensa
de territorios, mandar obedeciendo, construir consensos, trabajar por
la justicia transicional, gobernabilidad, deconstrucción social del
enemigo, intersubjetividad, autonomía, educación para la paz, desarrollo
de capacidades, toma de conciencia…
De esta manera, constatamos que el poder está diseminado por todos
los espacios que conforman el conglomerado social y casi no tiene nada
que ver con imposición, violencia, riquezas o autoridad. El giro
epistemológico que supone pensar el poder para construir procesos
pacíficos demanda introducir la idea de libertad, en el concepto mismo
de poder, para darnos cuenta del enorme potencial de capacidades con el
que contamos los seres humanos para hacer las paces.
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