sábado, 19 de octubre de 2013

Comisiones de Paz del Congreso y distintos sectores de la sociedad civil piden a la mesa de negociaciaciones de paz de la Habana: !No levantarse dela mesa!



La historia reciente ha ofrecido interesantes evidencias del rol protagónico que la sociedad civil por la paz ha representado en algunos procesos de paz y en  momentos históricos relevantes de algunas naciones. En el primer caso, en el marco de procesos de negociaciones de paz, la sociedad civil se ha organizado para realizar una mediación social en dichos procesos, haciendo llamados a las partes para que no se levanten de la mesa cuando las negociaciones evidencian embotellamientos; y también para ambientar los procesos en mención, buscando que mas sectores lo apoyen y participen. En el segundo caso, la sociedad civil se organiza para resistir pacíficamente y generar transiciones de dictaduras a democracias, siento el caso de la campaña del "No" que logró la realización del plebiscito que dio fin a la dictadura de Pinochet en Chile; o la resistencia que saco del poder a Milosevic en los Balcanes.

En Colombia, el proceso de paz que cumple un año por estos días, ha suscitado sintonías, entusiasmos moderados y oposiciones. Todo esto es normal en cualquier proceso de paz. Lo que vale la pena destacar, es que a medida en que ha ido transcurriendo el tiempo, se ha ido registrarse una mayor actividad de la sociedad civil en torno de la paz: foros de la academia y de organismos intergubernamentales, y de las comisiones de paz del congreso con víctimas y organizaciones en las regiones; pronunciamientos de las Iglesias, los pueblos, las mujeres, y las víctimas; e iniciativas de organizaciones de mujeres, como el "pacto ético por la paz", entre otras. Estimativos recientes, como el de DATEXCO, revelan que es mayor el porcentaje de colombianos que no desea que se suspendan las negociaciones de paz, aunque también reflejan un alto porcentaje de escepticismo frente a un acuerdo final.

En sintonía con lo mencionado, al conmemorarse un año de la instalación de la fase de negociaciones de Paz en Oslo, y frente a los embotellamientos recientes registradas en las negociaciones de paz,  las Comisiones de Paz del Congreso de la República y distintos sectores de la sociedad civil, la academia y el movimiento por la paz, remitieron una carta al Presidente Juan Manuel Santos y al Comandante de las Farc, Rodrigo Londoño. En ella destacan el momento esperanzador que representan estas negociaciones de paz para todos y todas en Colombia; reconocen los significativos logros que el gobierno y las Farc han alcanzado hasta el momento; manifiestan que admiten que es un proceso difícil, pero también, que no es imposible alcanzar el acuerdo final de paz; y esencialmente les solicitan no suspender ni terminar las negociaciones de paz porque la paz representa una urgencia nacional. Transcribo dicha carta a continuación:


CARTA ABIERTA DE LA SOCIEDAD CIVIL Y POLITICA

Respetados Señor Presidente de la Republica de Colombia, Juan Manuel Santos, y  Señor Comandante de las FARC, Rodrigo Londoño:

Quienes suscribimos esta carta nos dirigimos a ustedes para instarlos a que no dilapiden la oportunidad histórica que hoy reposa en sus manos, de poder dar fin por vía negociada al conflicto interno armado, que  se ha prologando por más de  medio siglo, dejando a su paso un impacto múltiple de altos costos para el Estado, la insurgencia y especialmente la sociedad civil.

Reconocemos que ustedes han alcanzado en el actual proceso de negociaciones de paz logros significativos sin precedentes. Sabemos que no es fácil llegar hasta donde han llegado, y somos conscientes de las dificultades que entraña lograr el deseado acuerdo final. Entendemos que ningún proceso de paz en conflictos armados prolongados es fácil, sin embargo, también tenemos presente que la historia reciente registra casos ejemplarizantes de conflictos de esta naturaleza resueltos mediante negociaciones de paz. Ellos enseñan que las dificultades propias de estas negociaciones no implican necesariamente la imposibilidad de llegar a la orilla por todos deseada y compartida de los acuerdos de paz: y que los diálogos tienen poder transformador.

Un conflicto de más de medio siglo de duración, atravesado por niveles extremos de degradación, convierte la paz en clamor sentido de una sociedad agotada de tanta muerte y destrucción. La paz representa no sólo un derecho y un deber (Artículo 22 C.P.), sino una urgencia nacional, entendiendo que la paz es un asunto de todas y todos.

El año pasado se cumplieron 30 años, de búsqueda de terminación del conflicto mediante negociaciones de paz, contados desde 1982, cuando el gobierno de entonces las convirtió en política de Estado. En el largo trayecto de tres décadas se ha intentado todo: desde la negociación directa hasta la confrontación abierta, pasando por la Asamblea Constituyente, el indulto y la entrega incondicional. Sin embargo, pese a ese descomunal esfuerzo, el entendimiento no ha primado sobre la confrontación.

Señor Presidente y Señor Comandante, sin duda la paz se relaciona con la vida política de la nación. No obstante, debe tenerse en cuenta que si bien las elecciones son ciertamente un episodio importante, la paz, hoy por hoy, es el acontecimiento más transcendental para el país y el conjunto de la sociedad.

Solicitamos que las conversaciones no se suspendan durante la campaña electoral, pues ello podría abrir la puerta a escenarios inciertos. La paz es un ejercicio supremo de la política donde deben intervenir los candidatos y sus partidos imbuidos por el espíritu de la paz de Estado. No puede suceder que tras los avances logrados en La Habana las elecciones estén por encima del clamor generalizado a la paz.

Los instamos para que honren la voluntad de paz que comprometieron al firmar el acuerdo general del 26 de agosto de 2012, sin suspender ni levantarse de la mesa de negociación hasta lograr el acuerdo de paz. En este sentido, sería de gran conveniencia que acordaran un límite temporal a las conversaciones y que dentro del mismo, den gestos y acciones efectivas que reduzcan la intensidad del conflicto, la victimización de la sociedad y la retórica belicista. Igualmente es importante que ustedes consideren alternativas de mediación formal y social que permitan superar embotellamientos propios de estas negociaciones y dinamicen el proceso de paz.

En sintonía con lo anterior, es preciso asumir que es necesaria la incorporación al proceso de paz de las otras fuerzas insurgentes, el ELN y el EPL, puesto que la paz parcelada impide la anhelada terminación del conflicto.

Después de dirigirnos a ustedes formulando peticiones discutidas y consensuadas declaramos que la firma de un acuerdo de terminación del conflicto armado entre el Estado y la guerrilla es un paso extraordinario dentro del proceso de largo aliento de construir la paz con justicia social en este país. Una vez sellado este acuerdo, ustedes y nosotros, tendremos la responsabilidad de retomarlo para desplegar la tarea de construir una paz estable y duradera.

Señor Presidente y Señor Comandante, leales al talante de la responsabilidad que demandamos, cerramos esta carta reiterando nuestro compromiso con la búsqueda y construcción de la paz.


¡NO LEVANTARSE DE LA MESA!
MANDATO CIUDADANO POR LA PAZ

domingo, 6 de octubre de 2013

Ganar la paz es la propuesta del "pacto etico" que el colectivo "Mujer, Paz y Seguridad" ha lanzado en Bogotá



Desde hace aproximadamente cuatro décadas o quizás más, diversas organizaciones de mujeres han asumido un compromiso con la construcción de la paz en Colombia. Identifico dentro de ellas, a la  pionera Organización Femenina Popular -OFP- de Santander, la Fundación  Mujer y Futuro, también de este departamento,  la Asociación de Mujeres en el Oriente Antioqueño -AMOR-, las madres de la Candelaria de Medellín, la Asociación de Familiares de Soldados y Polícías retenidos y liberados -ASFAMIPAZ-, la Ruta Pacífica en toda Colombia, y la Corporación Vamos mujer, entre otras. 

Algunas de estas organizaciones han evidenciado, en forma ejemplarizante, las posibilidades de la transición de víctimas a constructoras de paz; y todas ellas han hecho visible, desde diversas y creativas, propuestas y métodos, el empoderamiento pacifista de las mujeres. Iniciaron luchando por la defensa de los derechos de la mujer, la superación de la violencia de género y de la exclusión de las mujeres; pero fueron ampliando su labor a otros ámbitos también inherentes a la construcción de la paz: la protección de los derechos de las mujeres y demás sectores victimizados por el conflicto armado; en algunos casos, en contextos de alta violencia, se organizaron para resistir pacíficamente al conflicto en mención; en otros, para mediar en el mismo, salvando vidas y defendiendo derechos esenciales de pueblos, comunidades y víctimas; y en todos los casos, estas organizaciones ha propuesto la solución negociada del conflicto armado y distintos acuerdos humanitarios.

En esta ocasión, el colectivo: Mujer, paz y seguridad, lanzó el pasado miércoles, el "pacto ético por un país en paz", una interesante propuesta de mujeres para la construcción de la paz en Colombia. Ellas hablan de "diálogos difíciles pero posibles", "valores transformadores", "posibilidades de cambio", y proponen una ruta de 15 puntos.

Rosa Emilia Salamanca, con amplia trayectoria como defensora de DDHH, es la directora del colectivo en referencia. Transcribo a continuación apartes de su discurso en el lanzamiento, que da cuenta del origen, los fundamentos y la propuesta de esta iniciativa:

      "Hace tres años, iniciamos un viaje a Filipinas. Viaje curioso e interesante. Un país en Asia, un país semejante al nuestro, pero al mismo tiempo su antípoda. Diez mujeres colombianas con marcadas diferencias en pensamiento y vida y la posibilidad de convivir durante largas horas de vuelo y millas de distancia. Muchas horas de conversación, de intercambio, de reconocimiento, de emociones encontradas. 

      Muchas lecciones aprendidas. La primera, que podíamos darnos un tiempo para conversar a pesar de ser tan diferentes. Que podíamos darnos la oportunidad de conocernos, de saber nuestras historias, de escuchar a la otra a pesar de nuestros prejuicios, desconfianzas, y rabias. Y poco a poco un pequeño proceso de paz nació entre nosotras y una interesante y compleja amistad y complicidad (...)  que los paradigmas para afrontar los conflictos en el mundo pueden cambiar y tienen que cambiar.

     Que nunca hay que perder de vista que el origen de los conflictos sigue enraizado en la exclusión, en la discriminación, en la negación de los derechos de todos y todas, en la no redistribución, en una concepción del poder y de la autoridad añeja. Por ello ver la posibilidad de cambiar el paradigma de ganar la guerra a ganar la paz fue muy iluminador.

     Y aprendimos que esto significa cambiar definitivamente la lógica de la confrontación por la lógica del diálogo y la conversación. ¡ una conversación con resultados, efectiva! Una conversación con cambios profundos en las personas y en la sociedad. La transformación urgente en lo cotidiano y en lo público. Así que nuestro paradigma es ganar la paz. Esto implica andar todos los caminos para que esto sea posible. Requiere transformaciones y replanteamientos en todos los aspectos de la vida y del que hacer de lo que hoy conocemos como desarrollo.

     Que nos une. La apuesta por tener un país democrático donde se puedan discutir las ideas. Donde no hay que renunciar a los postulados pero si aprender que la verdad no es absoluta y que es el campo civil, amplio de la escucha y el debate donde se confrontan las ideas, El campo de la política donde se deben tener las condiciones para avanzar en ellos. Donde la terquedad y el mesianismo no son la ruta a seguir.

     De ahí nacieron nuestros diálogos difíciles, diálogos posibles, que ha sido la metodología con la que hemos avanzado en la construcción de ese pacto que hoy ustedes tienen en la mano y que parece sencillo, bonito como nos decían, pero que es contundente y profundo. Cada frase que hay allí es un llamado al corazón de esta sociedad y el resultado de conversaciones con sectores con quienes difícilmente hubiéramos soñado hablar por miedo, por prevención, por rabia.

    ¿Y que más une? la urgente necesidad de un ejercicio de concertación y transformación ética como fundamento del ejercicio político en Colombia. Y no hablamos de recuperar valores. Tenemos que construir valores nuevos, transformadores que permitan nuestra convivencia en un ambiente laico y de deliberación democrática..

     Filipinas fue el comienzo de diálogos, consultas, debates. Hoy dos años y medio después estamos aquí lanzando este pacto. Un grupo pequeño, modesto de mujeres decididas a iniciar un proceso conjunto hacia un país en paz. Este pacto entonces, busca convocar y animar a una ciudadanía activa transformadora y deliberante. No podemos guardar silencio frente a la construcción de paz. Nos compete a todas y cada una de las personas de este país. La esquizofrenia ente lo político y lo ético no puede continuar. No podemos seguir siendo el país del CVY (como voy yo). Tenemos que ser el país del CVTT. (como vamos todos y todas)

     Queremos hacer de este un proceso novedoso. Una campaña sostenida que se inicia hoy y que además de motivar la recolección de firmas para generar ciudadanía activa frente a la paz y lo que nos concierne a todas y todos, este es un proceso de reflexión ciudadana. Muy pronto saldrá una publicación documental guiada por la pregunta: 
 
    ¿Es verdad que las mujeres construyen paz de otra manera?. Claves de las múltiples contribuciones de paz desde las mujeres a los países en conflicto. Esto nos obligó a mirar que mujeres, que instrumentos y que paz. Estamos construyendo una web-serie que próximamente saldrá al aire, queremos hacer una aplicación para los celulares donde podamos jugar ha conseguir la paz desde los jóvenes y las niñas y los niños. Haremos un proceso pedagógico novedoso bajo la premisa de reconocer para transformar y transformar transformándonos.

    Nuestro símbolo representa una salamandra. ¿Por qué una salamandra? En estos nuevos paradigmas ya no nos sentimos representadas por las palomas para la paz. Queremos símbolos que den cuenta de nuestras realidad sin el blanco de la pureza y el vuelo lejos de la realidad. Las salamandras son animales terrestres, que no significa que no tengamos sueños pero queremos sueños posibles, concretables. Son de múltiples colores y tamaños. Cuando se les corta la cola o partes de su cuerpo les nace nuevamente. Son mágicas, cruzan el fuego y no se queman, son invisibles, hay que poner atención para verlas y cuando se les, una se maravilla de sus colores, sus visos. Hacen un sonido permanente y no muy fuerte porque no son animales agresivos. Si no pones mucha atención no los escuchas. Son increíblemente resilientes. Según la tradición son sobrevivientes y sabias. Y como son animales que consideramos que no sienten por sus facciones y su manera particular de mirar no les concedemos humanidad. Se les maltrata, se les teme, hay que tenerles desconfianza; son un buen ejemplo de sobrevivencia, de reconstrucción, de diversidad.

    Somos entonces como las salmandras y nos aceptamos desde múltiples colores, tamaños, pensamientos, nos hemos otorgado humanidad y reconocimiento y creemos firmemente que es en un lugar común por más difícil que sea, el lugar donde todas ponemos nuestras manos para construir la paz. El lugar donde salimos de nuestros lugares de comodidad. El lugar donde nos encontramos como aquí, así esto sea un desafío muy complejo y muy incómodo.

    Nosotras creemos en una reconciliación, pero una reconciliación transformadora que ponga las columnas para un ejercicio político y ético a la altura de lo que la paz y los graves problemas que tenemos en el país necesita.

     Para finalizar, una vivencia real en nuestro proceso. Ninguna durante el viaje a Filipinas podía bajarse del avión en vuelo y tuvimos que hablar como hoy en día muchas y muchos no quieren o pueden bajarse de este país. ¿Que significará entonces nuestra convivencia política, social, económica y cultural futura? Este es el desafío"